El alcoholismo
Se establece que el alcoholismo es un tipo de adicción en la que el afectado no controla el consumo del alcohol; ingiere alcohol varias veces a la semana o a diario. En el caso del consumo excesivo, muchas personas parecen actuar convencidos del argumento de que el alcohol ayuda a evadir las circunstancias adversas de la vida y que también permite afrontarlas.
A la persona alcohólica se le dificulta controlar la cantidad y a la vez la frecuencia del consumo del alcohol. Entre las diversas actividades sociales que constituyen en gran medida el contexto de quienes lo consumen, es bastante normal contar con el alcohol como método de desinhibición, de espontaneidad al compartir los momentos. Al respecto, se hace necesaria la ayuda para dejar la adicción.
Síntomas
Los síntomas de una persona alcohólica varían. Se sienten incapaces de controlar el inicio y el fin de la bebida, al igual que de la cantidad. Presentan una disminuida fuerza de voluntad que les impide dejar de lado la necesidad de alcohol. Un aspecto particular son los síntomas físicos, como malestar, sudoración, temblor, insomnio.
Dentro del orden de lo anteriormente mencionado, se encuentra el desarrollo de la tolerancia ya que la persona alcohólica requiere porciones cada vez mayores para sentirse estable; igualmente un consumo alcohólico preferentemente a primeras horas de la mañana. En el mismo sentido, hay una pérdida de interés por cosas que antes eran primordiales en el día a día.
Consecuencias del alcoholismo
De manera directa: las consecuencias elementales del alcoholismo son daños en el hígado, sobre todo lo que se conoce como hígado graso y, en consecuencia, también la cirrosis hepática. Adicionalmente daños en el cerebro, destrucción crítica de millones de células. De esto derivan problemas de memoria y concentración.
Otras consecuencias se presentan en el ámbito de la vida íntima, en donde resultan afectadas las condiciones físicas para las relaciones sexuales. El cáncer es otra afección que se hace presente, específicamente los alojados en la boca, la laringe y la garganta; además hace lo propio el cáncer del esófago. El carácter no se queda atrás, las personas se vuelven irritables, depresivas y agresivas.
El alcoholismo y la familia
La afección repercute no solo en la persona, sino que el problema se puede expandir e influir en el núcleo familiar y entre las personas que lo rodean al afectado, incluyendo las amistades. Las figuras que fungen como terceros en esa relación entre la persona y el alcohol arrastran, por ejemplo, vicisitudes fuertes en lo económico, como resultado del vicio.
Se suman a esto las responsabilidades con respecto a parejas e hijos, poniéndose en total riesgo la salud emocional de todos. Los alcohólicos suelen gastar mucha energía ocultando la adicción y sin menoscabo posicionan en segundos planos a las figuras que más los quieren.