La ansiedad es la epidemia de la nueva era. Ligada a trastornos psicológicos serios, como la depresión y la falta de autoestima, imposibilita al paciente y lo encierra en un ciclo destructivo que disminuye su calidad de vida. Son comunes los trastornos alimenticios y del sueño.
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La ansiedad: el miedo como respuesta natural
Más que una enfermedad, la ansiedad es causa de múltiples padecimientos físicos y mentales. Es un rasgo potencialmente peligroso porque suele estar relacionado con la sobredimensión de las perspectivas de la vida en general. El paciente ansioso desarrolla hábitos y actitudes nocivas, resultado de pensamientos negativos que corroen su capacidad de innovar y darle significados diferentes a la vida.
Es común desarrollar ansiedad ante algún acontecimiento trágico, como la muerte de un familiar, un accidente, algún evento traumático, o debido al ritmo de la vida en general. La ansiedad genera una gran inquietud y una extrema inseguridad; se divide en ansiedad adaptativa y patológica. La primera permite prever y estar alerta ante ciertos sucesos estresantes. La segunda, cuando aumenta y no es controlable, puede generar trastornos que requieren mayor atención.
La ansiedad, más común de lo que puede imaginarse
El miedo es parte de la vida y ha permitido a la especie humana sobrevivir y evolucionar. Sin embargo, gracias a las costumbres aprendidas y al ritmo de la vida hay pacientes que desarrollan trastornos de pánico, trastornos obsesivo-compulsivos, fobias y estrés postraumático. Así ven disminuida su capacidad de sentirse bien. La ansiedad roba silenciosamente la autonomía y la felicidad de millones de personas alrededor del mundo.
La mente inventa mecanismos para crear una enfermedad. Es sabida la conexión que existe entre mente y cuerpo y cómo influye en crear una realidad coherente con nuestros pensamientos. En la mayoría de los casos, la ansiedad se manifiesta con desórdenes alimenticios, como la bulimia, la anorexia y la obesidad; pasa por generar problemas graves de inhibición social que aíslan al paciente y desencadenan depresión. Si no es tratada, podría devenir en la muerte.
La ansiedad y la comida: una cuestión de azúcar
El cerebro se alimenta de glucosa. En su relación con la comida, la ansiedad puede manifestarse en la necesidad de consumir alimentos azucarados, y en grandes cantidades, debido a que la química sanguínea está en constante cambio durante el día. El azúcar presente en los alimentos procesados genera picos de energía que el paciente obtiene durante poco tiempo, pero no es sino un mecanismo para engañar a la mente.
La glucosa es segregada por el páncreas y el paciente ansioso puede autogenerarse obesidad, trastornos cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes y otras enfermedades. El sueño también suele verse interrumpido y la secreción de hormonas, como el cortisol, influye en la calidad del descanso y la capacidad de alerta del paciente.
Algunas recomendaciones
- Ir al psicólogo es esencial para encontrar mecanismos de ayuda personalizados y supervisados por un profesional.
- Hacer ejercicio
- Comer saludable.
- Practicar una técnica de relajación y un deporte.
- Hacer diariamente algo que le guste y le divierta para segregar serotonina.
- Hablar abiertamente de la ansiedad y dejarse ayudar.
- Su vida es su responsabilidad. Es suya y es ahora, elija vivir bien y salga adelante.